Nací en Lorca (Murcia), un día de verano del año 1987....Y tuve la suerte de hacerlo en el seno de una familia llena de imaginación y con mucho arte: mi abuelo hacía bolsos y maletas, y en sus ratos libres era amante de la lectura y el teatro (participando activamente en éste último); una de sus hijas es pintora, otra actriz, otra profesora de música, y los demás -aunque no se dediquen a ello profesionalmente- tienen todos o casi todos dotes para el cante o la representación...¿Cómo los demás? -os preguntaréis-. Sí, mi padre tiene nueve hermanos. 



De pequeña me encantaba ir a casa de mi abuela, porque sabía que allí sólo me deparaban cosas buenas: dibujar, pintar, construir cosas, cantar, disfrazarme, que me contaran cuentos... Fui la primera nieta, por lo que tenía un universo artístico -en una casa de un octavo piso, con ascensor, menos mal- para mí sola.



En mi casa mis padres continuaban con la tarea... Mi padre dibuja muy bien, aunque nunca ha tenido demasiado tiempo para dedicarse a ello, y todas las noches (TODAS) me leía un cuento -por supuesto, metiéndose en el papel de los personajes-; y mi madre, que también dibuja muy bien, me trasladó su amor por la música y el cante. Ambos alimentaron día a día mi imaginación, alejándome de la realidad y llevándome a un mundo fantástico.



Lo primero que aprendí a dibujar fue un paraguas y desde aquel día hasta hoy no he soltado el lápiz. También me gustaba dibujar a mi familia, trajes y bisutería que me inventaba...¡Ah!, y coches-casa (como yo los llamaba...¡Quién pillara uno de esos!).

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Descubrí el mundo de la ilustración en la carrera (Bellas Artes, en la Universidad de Murcia), con una asignatura genial y un buen profesor. No sé si tengo futuro profesional en ésto, puede que no, pero de lo que estoy segura es de que disfruto con ello.



Hoy en día el dibujo, mis acuarelas, mis lápices de colores y mi tableta digital son mis mejores aliados..., los que alimentan esa imaginación que me regalaron en la infancia y que tan difícil es mantener.